Vamos a escribir un relato no muy extenso sobre una situación que tú elijas, la que más cómodo te imagines ante la hoja en blanco, pero que vamos a tratarla desde dos momentos y escenas totalmente diferentes.
Imaginemos por ejemplo —puede y debe ser el asunto que consideres mejor para tu forma de escribir— una persona que compra un coche y dentro encuentra un objeto que no esperaba, algo que se han olvidado los vendedores o que pertenecía a los anteriores dueños.
Pues esta situación la vamos a relatar, intercambiando escenas y capítulos, desde dos puntos de vista totalmente alejados uno de otro. Y te los puedes imaginar o puedes elegir alguno de los que te propongo.
Pues esta situación la vamos a relatar, intercambiando escenas y capítulos, desde dos puntos de vista totalmente alejados uno de otro. Y te los puedes imaginar o puedes elegir alguno de los que te propongo.
Por ejemplo desde los años 50 del anterior siglo y desde esta momento actual. Desde la óptica de un hombre y desde el punto de entender la situación de una mujer.
Desde el punto de vista de un joven y de un anciano. De una persona de ciudad con opulencia y desde el punto de vista de una persona que vive en una chabola.
Al final ambos relatos intercalados deben encontrarse en un final con soluciones diferentes o iguales.
Totalmente diferentes o muy similares.
De esta manera aprenderemos a jugar con las situaciones, con las escenas, con los diferentes personajes que se tienen que enfrentar a las mismas situaciones, pero cada uno responde y se comporta de diferente manera; aunque al final es posible, que los resultados sean los mismos.
De esta manera aprenderemos a jugar con las situaciones, con las escenas, con los diferentes personajes que se tienen que enfrentar a las mismas situaciones, pero cada uno responde y se comporta de diferente manera; aunque al final es posible, que los resultados sean los mismos.
Y juzgaremos mejor sobre qué tipo de personajes o de escenas nos movemos mejor, cuales resultan más creíbles, más fáciles, etc.