24.1.18

Para qué sirve un portapaz? Hablemos de arte

Voy hablar de ARTE y no de religión, aunque durante muchos siglos la religión y el arte fueran de la mano y casi siempre excesivamente unidos. Hoy he descubierto un objeto nuevo y quiero enseñaros uno de ellos, por su curiosidad y también, porqué no, por su originalidad de uso.

Es un portapaz. Nombre sin duda bello aunque su uso resulta curioso y desde la óptica del siglo XXI con poco sentido.

Un “portapaz” era y es un objeto de gran valor simbólico y en muchos casos artístico, que se empleaba generalmente en las celebraciones de los católicos para “darse la Paz”. Hoy la paz nos la damos con un abrazo, dándonos la mano y un cordial saludo físico, pero hubo siglos e incluso décadas no tan lejanas, donde tocarse era casi pecado. Así que nada de darse la paz con un contacto entre personas.

El sacerdote besaba en el momento de “dar la Paz” el objeto que vemos en la imagen, lo pasaba a besar a todos los integrantes de la celebración y tras ellos a las primeras filas de los fieles asistentes. O bien se entregaba el portapaz a los fieles y ellos se lo iban pasando hasta terminar el recorrido. Depende del lugar y la asistencia.

Su función pues era la de transmitir la paz a los fieles antes de la comunión. Una tradición hebrea que se mantienen en la religión católica como gesto de comunión fraterna y perdón antes de acercarse a recibir la comunión.

El portapaz es una pieza pequeña que cuenta con un asa por detrás para sujetarlo cuando se da a besar a los fieles en el rito de dar la paz. En los siglos XVI y XVII se generalizó su uso, y empezaría a decaer a principios del XIX. 

Habitualmente había uno para los hombres y otro para las mujeres, para que no existiera contacto carnal incluso ni con un beso transmitido a un objeto, entre personas de diferente sexo. Por delante presentan una imagen devocional, habitualmente una Crucifixión o un Calvario, en el que la cruz está rodeada de la Virgen y San Juan.

La imagen que vemos arriba es la de un portapaz de finales del siglo XIV, mostrando el calvario y la decapitación de San Juan Bautista, de una parroquia de la localidad de Pina de Ebro (Zaragoza).