Será un pimiento.
Seguro.
Lo recogeremos de adolescente, sin formar del todo, para que sea suave.
Y lo meteremos en un aceite caliente, fuerte, con sal para realzar sus sabores.
Nunca nos hemos preguntado si este pimiento sufrirá.
No habla, no grita y por eso suponemos que no tendrá dolor cuando lo cortemos con la tijera de su mata.
No quiero tener dudas.
No quiero saberlo.