Las vi en un viaje por Galicia. No así, no con flores sobre las puertas, sino con fotos de actores y actrices que habían posado para el fotógrafo. Pero el efecto era similar.
Un pueblo casi sin habitantes, unas casas viejas y abandonadas, y el uso de las puertas rancias y débiles, como lienzos para pegar grandes impresos digitales con fotografías en blanco y negro en aquel caso.
La idea me pareció fabulosa por lo que representaba. Llevar Arte a localidades pequeñas, junto a la carretera por la que sí pasan muchos vehículos, para que se viera que allí existía vida, y que merecían una visita sus calles.
Hay que gritar de muchas maneras y el Arte facilita gritar en la calle, sin hacer casi nada de ruido.
Si los ciudadanos no van a los museos, hay que sacar el Arte a la calle, y repartirlo por localidades pequeñas, pues el Arte solo pide ser observado.