El mundo hoy, en el otoño de 2025, es mucho más peligroso que el del año pasado, mucho más que en el inicio de este siglo XXI. Y los responsables somos nosotros. Ni nuestros padres, ni nuestros hijos. Nosotros.
Cada uno en la medida en que quiera reconocerlo, sería lo de menos que lo admitiéramos. Pero todos tenemos algo de culpa, por activa o por pasiva, por callar y silenciar, por mirar a otro lado o por asentar a los comentarios de bar.
El mundo hoy está lleno de cactus, de todos los colores incluido el naranja, de todas las edades y nacionalidades, y si nos acercamos a ellos pinchan.
Pero no sucede nada, todo cambia, también esto que hoy vemos. Nada volverá a ser igual, pero de esta también saldremos, de eso seguro. Mientras tanto intentaremos explicarlo lo mejor que podamos y sepamos, desde los lugares en donde nos dejen, que cada día son menos.