18.2.24

No había puñal y es de agradecer


La puerta estaba entreabierta pero dudé en asomarme pues no sabía si eso era legal. No me habían invitado, pero estaba abierta. Dentro no se escuchaba nada y estaba bastante oscuro su interior. Intenté meter dentro la cabeza pero no había suficiente abertura. Moví ligeramente la puerta para poder meter mi morro y observar. ¿Ya empezaba a ser esto ilegal?

Todo estaba muy oscuro, tremendamente oscuro y negro. Nada receptivo para seguir intentando saber qué había allí. ¿Un patio árabe pues estaba en Córdoba? Siempre podría decir que pensaba yo… qué pensé queeee… me pareció… igual había un patio lleno de geranios.

Nada más entrar alguien cerró tras de mi la puerta de un golpe sencillo con un artilugio de sirga que con contrapesas se iba moviendo a través del techo. Si se tira de la cuerda, un peso mueve la puerta y se contrae sobre el marco. Y sí, me quedé dentro y casi a oscuras.

Me invitaron a tomar un té con pastas. Pero perfectamente me podrían haber clavado un puñal con un mecanismo similar al de las contrapesas. Tuve suerte. Simplemente.