Las flores también estallan, y quieren conquista sus espacios a base de intentar desplegarse del todo, pues nacen encogidas.
Un detalle natural de ese intento por ir explosionando poco a poco la flor.
Un detalle natural de ese intento por ir explosionando poco a poco la flor.
Incluso a veces nos queremos convertir en escondidos, en perdidos, en desaparecidos. No queremos trascender por ninguna ventana del mundo.
Diríamos que todos somos muy parecidos, aunque no lo deseemos reconocer. Hay que ser valiente para decir que estamos rotos de diversas batallas.
No es agradable.
Tampoco.
Podría entenderse como provocador.
Pero… ¿provocador de qué, para quien?
Me imagino una habitación cuadrada, con cuatro esquinas.
Sí, y con cuatro mingitorios, uno por esquina.
Se entraría por el centro de una de sus paredes.
Nunca pensé entrar por el techo o por el suelo.
Aunque eso sí sería provocador.
Esa sería una manera de mear sin hablarse, como castigados contra la pared.
Nunca nos hablamos mientras meamos.
Los hombres no.
Estamos más pendientes de no mancharnos los pantalones.
Somos unos guarros.
Soy un guarro.